A finale de Marzo de 2016 junto con mi pareja y mi hija de cinco años empezamos un viaje en nuestra mini furgoneta: una Nissan Evalia; es un viaje especial porque es un viaje sin meta. El viaje nació desde una inquietud, un impulso instintivo de salir, salir a vivir por todo lo que había pasado.
Yo llevaba varios años dedicándome más tiempo y energía a mi trabajo que a cualquier otra cosa, inclusive mi familia y mi salud. En 2014 mi padre se enfermó gravemente y después de un año de dura lucha, se murió. La muerte de mi padre me llevó a reflexionar mucho sobre mi vida y desencadenó una reacción a cadena que empezó con la decisión de dejar mi trabajo y decidir que había llegado el momento de salir a vivir. ¿Qué mejor manera de hacerlo que con un viaje en furgoneta? Mi furgoneta ya tenía una cama, compré una tienda de techo para estar más cómodos, construí un pequeño mueble fregadero/cocina y compré algunos accesorios para hacer el viaje más confortable, como unas placas solares portátiles, un par de power banks, un hornillo, una ducha portátil y ¡ listo!
La furgoneta estaba lista, pero ¿para ir dónde? Debatimos si cruzar toda Europa, llegar a África u Oriente Medio, pero al final decidimos que no tenía sentido. La idea no era de ir lejos para coleccionar cromos de banderas, sino coleccionar vivencias, y para eso no hacía falta ir lejos. Decidimos entonces empezar por el país donde estábamos viviendo: España, pero sin ningún itinerario. Salimos a hacer un viaje sin meta, donde vamos improvisando el destino, escuchando las recomendaciones de la gente conocida en la carretera.
Viajamos por carreteras secundarias, despacio, admirando el panorama y parando en pueblos perdidos cuando y por cuánto tiempo queremos. Intentamos evitar las ciudades y pasar cuanto más tiempo posible en parques naturales y zonas alejadas de la civilización, porque este viaje es también un reencuentro con la naturaleza. Por eso intentamos siempre acampar en zonas salvajes como playas, bosques o desiertos, donde mi hija puede jugar libremente entre árboles y setos, ¡un cambio tan grande comparado con la vida de ciudad!
Acampar en plena naturaleza, desde mi punto de vista es la mejor manera de vivir un viaje en furgoneta; te da una sensación de libertad absoluta, no hay nada mejor que dormir bajo las estrellas escuchando los ruidos del bosque o el oleaje de un acantilado.
Hasta ahora hemos pasado por Mallorca, Ibiza, el Levante, Murcia y hace poco llegamos a Andalucía, en el profundo sur de España. Todavía no sabemos a dónde nos llevará la carretera pero ahora sabemos que este viaje nos está haciendo mejores personas, cada kilómetro que pasa.
Jack Furgo
“Porque viajar en furgo es otra manera de entender la vida….y vivirla”